miércoles

Legado de los cielos (II)

Continúo esta historia con una parte ya algo más esclarecedora, que hará vislumbrar tópicos típicos a aquellos más avezados (risas varias). Espero os guste.
Linkillo, tan cabrito como siempre... 

          «Pero no puedes culparlo por ser un ignorante» dijo Ashriel, «ellos no pueden saber qué es verdad y qué no.»

     «Siempre se ha dicho La Verdad, desde el principio de los tiempos. Siempre se ha loado Su gloria. Siempre ha habido un único hacedor.»
   
     «Él vio El Cubo. Menoth vio el fruto de la vida, y vio quién se sentaba en el trono, allá en el cielo»


     «¿Por qué tienen que ser tan cortos de miras? ¿Acaso no entiende que nos lo está complicando todo? Además, se permite ser un cínico; se ríe de cosas que ni siquiera comprende.»


     «Menoth es sólo un profeta, sólo cuenta lo que ve. Lo único, que no es demasiado inteligente. Pero algún día verá la luz. Hasta él mismo lo sabe.» Ashriel tensó su arco. Una única saeta voló hacia la tierra.


     «Pero, ¿por qué tendríamos que proteger también a su esposa? Cada vez entiendo menos las órdenes»


     «Él la ama; es su esposa»


     «¿Es que no has aprendido nada? Eso no es significativo mas que
en contadas ocasiones»


     «Bueno... ella es más sensata, le aleja de la pretensión y de la
soberbia. Ella es importante.»


     «Pero el profeta es él, no ella.»


     «¡Él la ama!, ella es lo más importante para él, y él sabe que ella
no cree en lo que afirma. Ella cree en un único Creador.»


     «Ni su amada lo cree cuerdo...»


     «Y aún así permanece junto a su amado». Ashriel quiso por un
momento golpear a Mebahel. «Tú no dejarías que un hermano
cayera»


     «Pero sí le haría ver cuán craso es su error, sin duda alguna.»


     «¡Ella no quiere hacerle daño!, no quiere decirle cuán equivocado está, pero permanece a su lado para cuando abra los ojos.»


     «¿Por qué insistes tanto en esto? Sabes tan bien como yo que no
tiene ningún sentido.»

     «Porque es amor, Amor Verdadero y puro.»


     «Nosotros sabemos qué es el amor; amo a pade, y también os
amo...»


     «No es esa manera de amar.»


     «El de padre no tiene mesura.»


     «El hombre nunca amará como Él. El hombre ama con la mente y el cuerpo, no sólo con el espíritu. El hombre es capaz de amar con cada parte de su ser, de un modo que nadie comprende; y sólo puede amar así a una persona en toda su efímera existencia.»


     «Eso no puede significar nada bueno», pensó Mebahel con extrañeza. «Eso sólo puede ser una locura malsana; de todas formas, nunca podremos sino especular, ¿no?»


     Ashriel suspiró, intentando ocultar la desesperación que sintió en ese momento. «Supongo, hermano.»


     «¿Qué es eso?» dijo Mebahel alarmado.


     «¿El qué?» preguntó Ashriel.


     «¿Acabas de derramar una lágrima?» inquirió.


     «¿Cómo...?» por un instante, el miedo tocó a Ashriel.


     «¡Oh!, sólo me debió de parecer, pues. No te preocupes. Será por esta conversación. No discutamos más.»


     «De acuerdo», disimuló Ashriel.


     «Sabes que te amo», bromeó Mebahel.


     Ashriel le acarició el brazo, y dijo: «y yo». Por un momento se lamentó de haberlo hecho. Intentó que su hermano no viera cómo más lágrimas manaban de su ser. El dolor que acababa de conocer le hizo pensar que aquello que sentía no podía, de ningún modo, estar bien.

sábado

Legado de los cielos (I)

Aquí vuelvo a la carga, con otra historia, por terrible que parezca. También hace algún tiempo de esta. Creo que la comencé en enero. Le puse mucho cariño, así que espero, os guste
Linkillo, tan cabrito como siempre...


               «Esto no podría quedar así». Pensó con toda su alma, mientras bajaba la vista...

          «Él tiene que saberlo ya. Él lo sabe.» Recapituló sobre todo lo que conocía hasta ese momento. Alzó un dedo, un suspiro se apagó. «¿Acaso no soy yo también Su hijo? ¿parte de sus bienamados? ¿No actúo en su nombre, como todos? Todos hicimos lo que se nos ordenó, ¿por qué tenía que tenía que ser Yo?». Cogió ese resto de lo que fue el suspiro; lo olió. «Miedo» pensó; hizo una mueca ante lo que se estaba demostrando. «Miedo, sólo miedo». Esta revelación hizo que algo desconocido ardiera en su interior.

          «No podría entender todo esto.» Lo que sí comprendió era que eso llamado amargura le atenazaba el espíritu. «Todo por Su gracia, ¿y no comprenden que todo es debido a ellos?» Ajeno a la naturaleza de sus emociones, y de los sentimientos en general, se lamentó en el silencio más indescriptible que un universo vacío pudiera siquiera imitar.

          «¿No tengo sólo mi cometido? No me mezclo con ellos, sólo sigo Su obra, me encargo de lo más importante, de lo más doloroso... ¿Acaso no pueden comprenderlo? Esto no está bien. Esto no puede ser Su voluntad. Él no lo consentiría»

          Abrió sus alas con desidia. «No, la eternidad no está hecha para nosotros. Él no lo permitiría. ¿No soy, pues, más grande que La Creación? ¿No es cierto, que no hay lugar de Su reino ajeno a mí? Es cierto.» Aulló con una falta universal de furia; estaba descubriendo lo que era el dolor. Los pensamientos se sucedían a sí mismos, y cada nueva piedra arrojada descubría el atisbo de un nuevo sentimiento.

          «Es cierto. Él no lo consentiría... y Yo tampoco.»

          Su alma cambió un instante de postura: «Entonces, ¿qué está pasando?» Alzó los ojos nuevamente, apartándolos de la bóveda que se sostenía ante sí. Sonrió al descubrir algo que le hubiera aterrorizado de haber conocido el miedo. «Sigue sentado, jugando con tu cubo, hermano; esa no puede ser Su voz» Volvió a bajar la vista. Pensó en todo lo que había supuesto, y creyó comprender por qué él era odiado. Una música en su alma le hizo entender que estaba en lo cierto...