sábado

Legado de los cielos (I)

Aquí vuelvo a la carga, con otra historia, por terrible que parezca. También hace algún tiempo de esta. Creo que la comencé en enero. Le puse mucho cariño, así que espero, os guste
Linkillo, tan cabrito como siempre...


               «Esto no podría quedar así». Pensó con toda su alma, mientras bajaba la vista...

          «Él tiene que saberlo ya. Él lo sabe.» Recapituló sobre todo lo que conocía hasta ese momento. Alzó un dedo, un suspiro se apagó. «¿Acaso no soy yo también Su hijo? ¿parte de sus bienamados? ¿No actúo en su nombre, como todos? Todos hicimos lo que se nos ordenó, ¿por qué tenía que tenía que ser Yo?». Cogió ese resto de lo que fue el suspiro; lo olió. «Miedo» pensó; hizo una mueca ante lo que se estaba demostrando. «Miedo, sólo miedo». Esta revelación hizo que algo desconocido ardiera en su interior.

          «No podría entender todo esto.» Lo que sí comprendió era que eso llamado amargura le atenazaba el espíritu. «Todo por Su gracia, ¿y no comprenden que todo es debido a ellos?» Ajeno a la naturaleza de sus emociones, y de los sentimientos en general, se lamentó en el silencio más indescriptible que un universo vacío pudiera siquiera imitar.

          «¿No tengo sólo mi cometido? No me mezclo con ellos, sólo sigo Su obra, me encargo de lo más importante, de lo más doloroso... ¿Acaso no pueden comprenderlo? Esto no está bien. Esto no puede ser Su voluntad. Él no lo consentiría»

          Abrió sus alas con desidia. «No, la eternidad no está hecha para nosotros. Él no lo permitiría. ¿No soy, pues, más grande que La Creación? ¿No es cierto, que no hay lugar de Su reino ajeno a mí? Es cierto.» Aulló con una falta universal de furia; estaba descubriendo lo que era el dolor. Los pensamientos se sucedían a sí mismos, y cada nueva piedra arrojada descubría el atisbo de un nuevo sentimiento.

          «Es cierto. Él no lo consentiría... y Yo tampoco.»

          Su alma cambió un instante de postura: «Entonces, ¿qué está pasando?» Alzó los ojos nuevamente, apartándolos de la bóveda que se sostenía ante sí. Sonrió al descubrir algo que le hubiera aterrorizado de haber conocido el miedo. «Sigue sentado, jugando con tu cubo, hermano; esa no puede ser Su voz» Volvió a bajar la vista. Pensó en todo lo que había supuesto, y creyó comprender por qué él era odiado. Una música en su alma le hizo entender que estaba en lo cierto...

3 comentarios:

  1. Esto me parece que no lo había leído, o por lo menos mi memoria no alcanza, ya que no me suena...
    ¡Másh!

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  2. Esto me recuerda que yo tenía un relato empezado y hace mil, que no lo sigo, gracias por recordarmelo ¬¬

    xD

    Interesante relato, te manejas bien, esto de la prota :P

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